Domingo Aragú, Profesor de Merito del Instituto Superior
de Arte murió en La Habana a los 102 años de edad.
A los 102 años de edad, falleció el miércoles el eminente músico cubano Domingo Faustino Aragú Rodríguez, a quien se le conocía como el Padre de la Enseñanza de la Percusión en Cuba.
Aragú era orgullosamente villareño. Su nacimiento se produjo el 4 de agosto de 1910, en su querido San Juan de los Yeras, antigua provincia de Las Villas.
Se destacó en la música como importante timpanista, percusionista general sinfónico, de banda y popular, además de desempeñarse como constructor de accesorios de percusión.
El maestro fue el primer miembro efectivo y, en consecuencia, fundador con el primer expediente (001/92) de la desaparecida Sociedad de Percusionistas de Cuba (PERCUBA).
Al crearse la Escuela Cubana de Percusión, estuvo entre sus fundadores, igualmente.
Entre sus más importantes obras, deja como herencia el Departamento de Percusión del Instituto Superior de Arte (ISA).
Como académico creó planes y programas de estudio que aun mantienen su vigencia.
Su obra profesoral quedó recogida en los volúmenes 3 y 4 de «Instrumentos cubanos para aficionados», (1963), El redoble (1974) y Los instrumentos de percusión (1995).
En calidad de timpanista solista integró la Orquesta Sinfónica Nacional, con la que actuó en innumerables países, destacando su maestría como ejecutante y su personalidad como intérprete que dejaba, en sus más clásicas ejecuciones, un especial sabor a Cuba entre quienes disfrutaban sus actuaciones.
En su expediente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, puede leerse: »Se destacó en diversos campos del arte de la percusión, como: la ejecución de instrumentos populares cubanos, de banda, percusión general de orquesta, tambor y timpani; la enseñanza de la percusión cubana, percusión sinfónica, metodología de la enseñanza e historia de la percusión; la construcción, diseño y reparación de baquetas de concierto y cubanas; la reparación y mantenimiento de instrumentos de percusión en general; y en la dirección musical de conjuntos, secciones instrumentales y cátedras de percusión».
Poco para destacar en Aragú quien acumuló, con todo derecho, los galardones que lo reconocen como grande entre los grandes.
En 2003 fue acreedor al Premio Nacional de Música. Ya en 1999 había sido honrado con el Premio Nacional de Enseñanza Artística y la Orden «Félix Varela». Como percusionista integró, entre otras, la Orquesta de la Radio y la Televisión.
E l Profesor de Mérito del ISA -entre cuyos fundadores estuvo también el centenario y reconocido Maestro- deja en su despedida el recuerdo de su invaluable labor como promotor de la percusión cubana e internacional y un semillero de alumnos e intrumentistas que florecen como «percusionistas cubanos» en una gran cantidad de países aún sin haber nacido en la isla, pero formados por sus métodos.
Por eso hoy quiero rendir honor al maestro, respeto al artista que llevó la percusión de Cuba a los más notables escenarios en múltiples países, y mostrar el orgullo que siento porque un villareño de más de cien años haya elevado «los toques de cajón» que habitan cada corazón cubano, al más alto nivel que se puede alcanzar: algunos de entre sus alumnos, como estrellas rutilantes en los escenarios con cada una de sus ejecuciones y a los otros, los que integramos la mayoría, como un público capaz de deleitarse con los sonidos que él elaboro en sus clases y metodologías, para elevarlos de las calles de San Juan de las Yeras, o de La Habana Vieja, hasta la Academia e integrarlos a lo más profundo del alma de la Cultura Cubana en el sitio de honor que siempre han merecido.
Hasta la vista, maestro. La Nación no te olvidará.
R.A. San Martín
Miami, 25 de octubre de 2012
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